*A sus 36 años de edad, Antonio Pedroche Aguirre, quien nació en Atlixco, es docente en la ciudad de Puebla y experto en la animación, formó parte del equipo que creó la obra maestra de Guillermo del Toro
Guadalupe Juárez
Puebla, Pue.- Antonio Pedroche Aguirre es de las personas que dieron vida a Pinocchio de Guillermo del Toro. Es originario de Atlixco, donde pasó la mayor parte de su infancia hasta que se mudó a la capital poblana para estudiar diseño gráfico. Tiene 36 años de edad y es el menor de tres hijos.
Su padre fue administrador de empresas, su madre estilista, ambos oriundos de Izúcar de Matamoros, actividades muy lejanas de lo que ahora es su mundo: la animación.
Antonio cuenta a Identidad Puebla que fue hace 12 años cuando llegó a la industria, sin estudiar nada referente a la animación, su incursión se dio por “casualidad”: cuando terminó sus prácticas profesionales y el director de la empresa en la que estaba creó una nueva enfocada a esta área.
Fue ahí cuando detectó que entre sus habilidades destacaba en la técnica de stop motion, sobre todo en el dominio de herramientas y materiales para crear escenarios.
“Desde el inicio me di cuenta que tenía esta habilidad, que acompaña el diseño gráfico de manera física, cuando crearon la nueva empresa desarrollaron las tres técnicas, con el manejo de materiales, como que me dijeron que me tenía que quedar en esa área, y a partir de ahí me dejé llevar”.
Y ese camino lo llevó al Taller de Chucho, los encargados de la producción de Pinocchio en Guadalajara.
En 2015, Antonio junto a sus amigos creó Kraneo estudio, con el que formó una colaboración con varios realizadores de Guadalajara, a donde viajó un par de años después para desarrollar la película Inzomnia, la ópera prima del animador Luis Téllez.
Por su desempeño en esa cinta, que todavía no se estrena, lo agregaron entre la lista del equipo que conformaría la producción del cineasta mexicano.
Su trabajo consistió en recrear cuatro escenarios para que Pinocchio transitara entre la vida y la muerte, y en ese viaje interactúa con los conejos, una parte crucial de la historia que ha sido reconocida a nivel mundial.
Para Antonio ha sido una “satisfacción increíble” que su trabajo ahora sea tan reconocido y su “mayor logro” hasta el momento.
“Ha sido mucha felicidad y resultado de mucho esfuerzo que le he estado dedicando a la animación, y que me gusta, que podía hacer y que podía realizar, y que siempre obtuve el apoyo de la familia de mis amigos”.
Es docente en Puebla en diversas universidades donde imparte clases de animación, actividad que disfruta, además de que, dice, enseñar le permite ayudar a las nuevas generaciones a que la curva de aprendizaje sea menor a la de él, mientras se desarrollan los demás proyectos en puerta que tiene.